domingo, 30 de diciembre de 2012

Nochebuena de amor, Navidad jubilosa...

Navidades calientes.


¿Que os parecería entrar en vuestra habitación un 24 de diciembre a las 7:00, después de un viaje de autobús de 10 horas para pasar la navidad con tu familia, y encontraros a un tipo en calzoncillos rabilando con una notebook sobre sus partes pudientes? Pues así me conoció Cristóbal, tercer hijo de Carmen y Oscar. Tiene 27 años y esta estudiando en Buenos Aires algo sobre agricultura sostenible ( perdona Cristóbal mi inesactitud). 

Tarde de 24 de diciembre, metido en la piscina , esto no parece navidad, no hace frio, no hay luces por las calles ni suenan villancicos.



Luna os desea Felices Fiestas

Van llegando los comensales. Si no me equivoco son todos parte de la familia de Oscar: hermanos/as y allegados/as, sobrinos y madre. Demasiados nombres de golpe jeje.
Con la broma de ser el invitado me enredan y acabo leyendo la oración que la abuela preparó para bendecir la cena, hago lo imposible por no reírme demasiado mientras me van metiendo puyas. Consigo salir medio airoso de la situación, uuffff.


Lo azul es una lupa, por si se me ocurría saltarme algún párrafo jajaja.

Un montón de comida, postres, champagne... y ¡un regalo bajo el árbol para mi!. Un libro, Crímenes Imperceptibles, muy buena pinta. Este Papa Noel es la leche, no se le escapa una.


Los que hayáis estado en Raíces alguna vez fijaros en el cuadro que esta detrás de Gastón.

Antes y durante la cena ha estado lloviendo, por un momento las ganas de salir casi se desvanecen, pero remontamos y nos vamos Baltasar, Gastón, Cristóbal y yo a casa de un amigo de ellos. Nos dan como las 5:00 entre fernet y fernet. Conseguimos unas entradas para la que se anunciaba como "La Megafiesta del Año". Craso error amigos míos.
Casi amaneciendo llegamos a la entrada de la finca. Vamos cuatro coches en caravana, en el primero van las entradas de los del segundo, en principio pequeño contratiempo, pero la realidad es que nos va a pesar bastante. Yo paso en el coche número tres con Baltasar y como ocho chicas subidas a la caja del pickup, a nosotros nos piden las entradas, las mozalbetas al parecer no la necesitan. ¡Estamos dentro!. Oh oh, han parado a Gastón y Cristóbal.
¿A que nadie sabe lo que es un patova?. A mi no se me olvidara jamás. Aquí les dicen a los porteros de discoteca, y como en todos lados aquí también los hay que deberían estar limpiando pocilgas con la lengua en vez de velando por la seguridad de la gente.
Pues eso, un patova con sus masillas jugadores de rugby, tienen ganas de acabar la nochebuena comportándose como gorilas, y se presenta la ocasión cuando Gastón y Baltasar les comentan el desliz con las entradas. Curiosa casualidad que también nosotros cuatro, en menor o mayor medida sabemos lo que es entrenar y jugar rugby. Para cuando paramos la furgoneta ya esta montada. Gastón ya recibió una del patova, el resto las esquiva sin problema, entrenó varios años creo que kick boxing. Intentando parar el jaleo a Baltasar y a mi nos caen un par de "yoyas" que ni marcan ni apenas duelen. Gastón y Baltasar son capaces de subirse al coche y salir del recinto, perdón, escapar del recinto, no sin antes ser zarandeados y zafarse de los golpes que les lanzan ya subidos al coche. 
Tras la descarga de testosterona, los cabestros parecen que se quedan medio relajados, y ahí acaba la parte de violencia absurda e injustificada de la noche. A los civilizados nos queda un rato de nervios e indignación  y de hablar con la policía.
Yo soy un poco tirillas, pero cualquiera de mis primos creo que podrían haber contestado más que suficientemente a cualquiera de los ataques por separado, pero todos coincidimos en que de haber respondido a los golpes, debido al estado de sobrexcitación absurda, ¿estarán en época de berrea?, y a la cantidad de animales irracionales que nos rodeaban, alguno de nosotros habría tenido de menú de navidad papilla o suero, y que se lo habrían servido en el hospital.
Quedaros tranquilos que lo peor de todo fue la impotencia. Impotencia por el uso absurdo e indiscriminado de la violencia, por ver a gente totalmente desequilibrada cumplir funciones que tan solo gente realmente preparada psicológicamente debería estar desempeñando, en definitiva, por que sin comerlo ni beberlo te ves inmiscuido en una situación en la que ninguno de nosotros tendría que haberse visto.
Para cuando mis rodillas dejan de castañetear ya casi me río de la situación que solo quedó en una pésima anécdota para contar en el blog.

-"Buenos días Juan. ¿Qué tal ayer de fiesta?. ¿Dónde fueron?". Pregunta Carmen.
-"Buenos días, lo pasamos muy bien. En casa de un amigo de los chicos y después a la fiesta, pero estuvimos poco, llegamos bastante tarde." Ahí eche el primer capotazo, no seré yo quién levante la liebre jajaja.
-"Buenos días Cristóbal. ¿Qué tal lo pasaron ayer?". Se interesa Carmen por su hijo.
-"Muy bien, en casa de un amigo".
-"¿Y la fiesta?". Pregunta Carmen.
-"Llegamos muy tarde, estaba todo embarrado y no entramos". Respuesta que no parece levantar sospechas, se ve que la noche fue dura para todos.
Poco dura la historieta sin salir a la luz.
Repiten a comer gran parte de los invitados de la noche, y unos por otros acaba por salir todo. Ningún drama más allá de la incredulidad y el fastidio de tener que ir a la policía. Repito, ningún daño a tener en cuenta.
Bromeamos pasar la tarde practicando defensa personal en grupo, vale más reírse. En vez de eso la pasamos en la comisaría poniendo la denuncia.

De todas las maneras posibles una navidad increíble.

Mil gracias a mi familia bahiense por aguantarme y tratarme durante una semana como a uno más.

¡FELICES FIESTAS!



martes, 25 de diciembre de 2012

¡Que curiosa la categoría de primo!

Bahía Blanca

Son las 5:00 de la mañana y estoy en una estación de YPF, (absténganse los conservadores españoles de arremeter contra las políticas argentinas, no creemos tensiones jajaja), en el centro de Bahía Blanca. He quedado a las 8:00 con Carmen y Oscar. Carmen es como prima octava o novena, o más, pero prima que es lo importante, por parte de los Velascos. Tengo tiempo más que de sobra para desayunar y terminar el capítulo anterior.

Por fin dan las 8:00 y da la casualidad de que María Paz, mi prima décima y más, pero prima que es lo importante, va a la escuela a una cuadra de aquí, al Colegio Don Bosco. No alcanzo a conocerla, para cuando llego al coche ya ha entrado al colegio.
Carmen y Oscar me reciben... pues como se recibe a un primo, muy bien. Ponerse al día de toda una vida no es moco de pavo, pero tendremos varios días para eso.
Viven en una casa muy bonita en el barrio de Palihue, en la calle Las Torcazas, muy cerca de la Universidad y del Parque de Mayo, una gran zona verde con infinidad de posibilidades deportivas.
Conozco a Roxana, es la mujer que hecha una mano en casa y la que me dará de desayunar y comer, ¡gracias!, y a Gastón, el segundo de los hijos. Trabaja en la clínica veterinaria La Rural, propiedad de la familia, en la parte administrativa. Tiene 28 años y nos pasamos la comida charlando sobre viajes y hórreos.
En mi primera cena aquí, conozco a Baltasar, primogénito de la familia. Tiene 29 años, es veterinario en la clínica y se encarga de las reses del campo familiar. Aquí cuando se habla de campo, se habla de extensiones que se pierden en el horizonte y cientos y cientos de cabezas de ganado. También esta en la cena Maru, novia de Baltasar. A primera vista cualquiera diría que es irlandesa, así de pelirroja es. Y  María Paz, que tiene 15 años y hoy se examinaba para recuperar lengua, no salió demasiado bien, habrá que intentarlo de nuevo al comienzo del curso.
Paso con mis primos cinco días en los que conozco a parte de su familia, acompaño a Carmen a los recados y aprovechamos para conocer la ciudad. Oscar me enseña el campo y me explica a groso modo los trabajos agrícolas y ganaderos que precisa. Justo llego con el fin de la cosecha de grano fino: cebada, trigo y malta; y el comienzo de la siembra de grano grueso: maíz, sorgo (una especie de maíz), girasol y soja, que curiosamente, siendo Argentina uno de los mayores productores de soja, no es nada popular en el país. Con Baltasar me calzo las alpargatas y me pongo los bombachos y ahí si que conozco el trabajo de campo. Separamos y pesamos decenas de terneras y vacas. Cuando les da por moverse a la vez, la nube de polvo te envuelve y te llena los pulmones.


Rebaño de ciervos destinados a la caza en un campo colindante. Eliges uno, lo sueltan y cuentas hasta diez, como el que juega a la queda (no es una información contrastada, pero algo parecido debe ser).



Cosechadoras utilizadas para la recolección. La gente de cosecha viaja con una caravana en la que viven durante las épocas de trabajo.



Paso una tarde viendo a Gastón y un par de amigos practicar kitesurf. Vamos a un lugar llamado el dique, y lo que pintaba como una tarde mediocre, se convierte gracias al viento, en una buena tarde de kite. Lo anoto en la lista de deportes por practicar.
Aun no conozco al tercero de los hijos, Cristóbal, pero gracias a la invitación que Oscar y Carmen me han hecho para pasar la nochebuena con ellos, lo haré en unos días. A 11.000km de casa, voy a pasar una navidad en familia.

Sierra de la Ventana


Se acerca el fin de semana y planeo irme a la Sierra de la Ventana, que recibe su nombre por el hueco que las inclemencias del tiempo han ido horadando en una de sus cimas. Justo hablo con Sheng, que esta pensando en venirse a Bahía Blanca, y acordamos vernos el viernes para salir los dos juntos hacia Sierra de la Ventana, pueblecito ubicado a unos 25km de la base del Cerro de la Ventana, donde nos quedaremos en el Camping El Paraíso por un par de noches.
Llegamos a medio día, el camping esta desierto, pero según transcurren las horas se va llenando.


Ascendemos el pequeño cerro del Amor, una caminata que se encuentra al alcance de todos y permite, desde sus escasos 400 metros de altura, una visión inigualable de toda la comarca serrana.




Después de tomarnos unas cervezas y acabar hablando en ingles, levantarse el sábado temprano resulta casi un suicidio, lo cual tiene como consecuencia que no nos dejen subir al Cerro de la Ventana, las 11:00 es la hora limite para comenzar la caminata.
Tras un rato de caminata y dos vehículos que acceden a recogernos, llegamos a la base del Cerro y comenzamos la senda "los Piletones Naturales". Dificultad media, dos horas y media de duración, en una hora nos la ventilamos, ¡somos unas maquinas!.






A la vuelta nos levanta de la ruta una pareja que están de vacaciones, nos dejan en medio del pueblo. Una pequeña compra, en la cual no pueden faltar un par de alfajores, y para el camping. Cena de bocadillo de magro de ternera y un poco de fruta. Salimos a tomar un par de cervezas al Atómico Pub, donde robamos Wi-Fi un rato. La gente aquí sale más tarde todavía que nosotros, el boliche tendrá que esperar.


Amanece el domingo, desarmamos la tienda, y a pasear por el pueblo. Menos mal que no fuimos muy lejos, a eso de las 16:00 se cierra a llover. A comprar los billetes de vuelta voy en chanclas, bañador y chubasquero,  ¿será de esta que se acaba el mundo?



Me despido de Sheng en la estación de Bahía Blanca, su bus sale a las 23:00 hacia Puerto Madryn. Apuesto a que nos volvemos a cruzar.
  

jueves, 20 de diciembre de 2012

Camín del Sur

Mar del Plata

El Rápido Argentino me trae hasta aquí. Cinco horas en cama ejecutivo. Este viaje hace diez años sería de lujo. Pero los años no perdonan, está todo como sobado, y el olor que sale de detrás de la puerta del baño denota que alguien tiene alergia a la lejía. Para más inri, mitad de camino se estropea el aire acondicionado.


Me siento al lado de Luz, una mujer de 45 años. Pasamos todo el trayecto hablando; el viaje que estoy haciendo, sus estudios tardíos de historia del arte, la crisis, sus altibajos matrimoniales, su reencuentro con la fe, sus hijas de 22 y 20 años "hippies"(viajan de mochileras), mi apatía hacia el estado y demás poderes establecidos y la búsqueda de la felicidad... me agradece la charla, no se acuerda de la última vez que tuvo una conversación tan profunda y menos con un desconocido.

Desde la terminal de colectivos, en media hora llego a San Carlos, uno de los barrios que están hacia el sur de Mar del Plata, en la zona de acantilados. Un montón de escaleras dan acceso a la playa, cuyo mar, sin aparente esfuerzo, va comiendo terreno a la tierra. Resultan cómicos los intentos por contener la fuerza de las olas, siempre parecen inútiles.







Bolsas gigantescas rellenas de arena para intentar contener la incontenible fuerza del mar.

Rubén y Jorge viven en una casita con sus cuatro perros: Gitana, Príncipe, Capullo y Luna.
Rubén es paraguayo y controla los monitores de seguridad de una universidad todas las noches. Jorge argentino y marino del ejercito. En dos años cumplirá sus 35 años de servicio, con lo que podrá retirarse.
Rubén ha vivido en 17 países, entre ellos España, y ha tenido infinidad de empleos.
Se llevan muy bien, aun cuando a Rubén le encanta meterse con su marido argentino y todo lo que le parece típicamente argentino. La complicidad es total.




Rubén.


Jorge.

El primer día me preguntaron si prefería vino o cerveza, dije vino, los treinta han hablado... Con cada comida de estos seis días no falta una botella que nos bebemos entre Jorge y yo.
Corre una brisa marina constante que no me ayuda demasiado a decidirme a ir a la playa. Tan solo un par de paseos con baño exprés,. El agua esta bien friuca.


Estado de la toalla 30 segundos después de ser sacudida...






¡No perdí la cámara y sigue funcionando debajo del agua!







Cosas que hay de camino a la playa.

Están haciendo una pista de vóley. Con que rapidez se acostumbra el cuerpo a no trabajar, cuatro paladas de tierra y un par de viajes con la carretilla, y no me aguanto de agujetas.



Donde hay un asturiano, hay un amigo.

En una incursión en solitario por la ciudad, conozco el Centro Asturiano de Mar del Plata. En el vestíbulo me encuentro con Hilario Menéndez, belmontino de nacimiento y marplatense de adopción desde hace más de 60 años. Entre charlar y conocer el centro, acaba por invitarme a comer a su casa, donde tras comer y conocer a parte de su familia, Flor, una de sus nietas se ofrece a enseñarme la ciudad.
Me ponen en contacto con Ezequiel, un chico del centro que toca la gaita. Quedamos de tarde a tocar un rato. Para cuando me doy cuenta me han invitado a cenar y ha ensayar para la fiesta de navidad del día siguiente, a la cual también estoy invitado. 17 años tocando la gaita y vengo a Argentina a empezar a bailar jotas y muñeiras.
A la cena navideña asisten unas 70 personas, incluida una mujer de Mieres de 89 años. Se vino hace 70 y por miedo a volar jamás volvió a Asturias. 
Me dejan una gaita y me uno a la bandina, para bailar en público me falta bastante, aunque arte no me falta.
Una gran suerte a ver aterrizado en el centro. ¡Gracias a todos por la hospitalidad y por el trato increíble que me dieron!





Otra capítulo que se acaba. Rubén me consigue sitio en una furgoneta que lleva a militares de Mar del Plata a Punta Alta, a 30 km de Bahía Blanca. Me recogen a las 21:30.


¡Adiós Mar del Plata!




miércoles, 12 de diciembre de 2012

Una buena despedida.

8D. Tantos puntos y aparte, que se convierten en puntos suspensivos...




He pasado 9 días en casa de unos completos desconocidos. Todas mis expectativas razonables han sido superadas con creces. Puedo decir con mucha seguridad que tengo 4 nuevos amigos.
Llega el tan comentado 8D... bueno, algo tendrán que celebrar estos compañeros de piso, pensaba. Cumpleaños de Nenein, disolución de una sociedad que por lo que viví es casi familiar, (creo que solo falta consanguineidad), nuevos proyectos:
-Ximena se va a Bolivia a celebrar con Bibi el solsticio de verano, a viajar un poco y a visitar su tierra, Chile.
-Ricardo, Nenein como aquí le dicen, se va a la Península de Valdés, antes de regresar a Sao Paulo e irse a conocer tierras Californianas.
-Nelson vuelve por navidad a Bogotá, casi 2 años después.
-Amaury parte hacia tierras Australianas a trabajar en la producción de vino y después a la India.
Parece que a excepción de Nelson, ninguno volverá a establecer su residencia en Felipe Vallese, número 968 timbre 2.

Sábado 8 de diciembre. Cuando llego a la casa, Nelson, aun cojo del pre8D del sábado pasado, limpia por casa y prepara las listas de reproducción para la noche, mientras los demás fueron a la parrilla de Fran y Rubén a buscar el equipo de sonido y los tambores de candombe. Yo ayudo en la limpieza. Los vecinos ya están avisados, se esta preparando una buena. El viejito del fondo dice que si hay minas, el se pasa por la fiesta.
Nelson prepara arepas con queso,  Amaury humus, Ximena ensaladas y Ricardo arroz. Y yo... madre, voy a quedar como el vago...

Van llegando los primeros invitados. Una pareja con un crio, los padres de Amaury que están de visita y un puñadín más de gente. La cena transcurre tranquilamente, pero solo hay que mirar dentro de la nevera para saber que seguramente, esta tranquilidad no será la tónica de la noche.

El timbre va tomando un ritmo frenético. Por un momento las botellas de cerveza que salen de nevera, se compensan con las de cerveza y fernet que llegan con cada timbrazo.

Fran y Rubén inauguran el baile, y poco después, las calorías gastadas en la pista de baile, elevan la temperatura. Hasta los padres de Amaury, en principio medio cortados, se desmelenan.
La pista de baile, comúnmente denominado patio o entrada, esta cubierto, por lo que aun con el techo abierto el calor es bastante. Estimamos que unas 20 o 25 personas podremos estar en esta zona. Otras tantas personas se agolpan en el salón, alrededor de la mesa con la comida, que para esta hora no llama demasiado la atención, pero volverá a serlo más adelante. Si se quiere refrescar uno, tiene que subir a la terracita, cosa que se convierte en imposible al estar totalmente abarrotada, pongamos en torno a otras 20 personas.
Todos bailan, pero solo algunos no perdonamos ni una canción. Bailar con chanclas en imposible, ¡no pasa nada, la fregona está pasada!



Como casi todo el mundo que conozco, lo único que hacia con el anís, era música con la botella. Lo que te puede enseñar una chilena: un trago  largo en la boca, te enjuagas sin tragarlo, miras hacia arriba, abres la boca y... lo prendes con una cerilla. Cuentas dos o tres segundos antes de cerrar la boca y tragar... parecen una eternidad. No hubo heridos.

Momentazo de la noche, los músicos toman posiciones. Dos tambores, guitarra y voz. Salsa tras salsa y algún toque de candombe. El público devuelve la energía multiplicada.





En una explosión artística, la pintura decora a varios de los invitados. Al final el que más, el que menos tenía azul por algún lado






Este fue el fin dela botella de anís.


Solo aguantamos hasta el final los más valientes.

Levanto cada botella, husmeo cada vaso en busca de un último trago. ¡Ni una miserable gota!. ¡Milagro, un vasito de vino!. Para Nelson y para mi, que nos lo bebimos a cara de perro, nos parece el trago más rico de la noche.

Llego el momento de asaltar la comida. Hay que preparar el cuerpo para el día después.




La fiesta llega a su final, lo que no significa que nos vayamos a la cama. Comenzar a recoger la casa, el número de botellas desperdiga es directamente proporcional a lo bien que se pasó en la noche. Fregar el piso y el pasillo comunal me vale para devolver el color carne a mis pies. 

Hay que pasar la página del calendario, para lo cual una hora de sueño es suficiente. A las 11 viene la furgoneta para devolver el equipo y los tambores. Tras este pequeño lapsus la cama nos vuelve a absorber.

Se acabó la fiesta, comienzan las despedidas:
Alas 7 de la tarde se va Ricardo. Tal vez nos veamos por el sur. 
El lunes a la mañana Ximena tiene su tren hacia Jujuy. Puede ser que coincidamos por Chile.
El martes parto hacia Mar del Plata. Me despido de Nelson. Si vuelvo a Buenos Aires nos vemos seguro.

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