domingo, 24 de febrero de 2013

Región de Magallanes y Antártica Chilena

Punta Arenas

¿Y ahora?. Me dejan delante del hostel Independencia, es el primero de la Lonely Planet. Ni una cama. A lo largo de la Avenida Independencia hay un montón de hostels. El siguiente es el Hostel Patagonia House, aquí pasare mi primera noche en Punta Arenas. Es un lugar bastante deprimente, medio abandonado, o a medio arreglar.
Pregunto por un lugar para cenar y me mandan a un par de cuadras. Merluza frita con ensalada. Bien rico.
De vuelta al hostel, leo en el couchsurfing una invitación para Punta Arenas. Cristian Paredes esta dispuesto a hospedarme. Mañana cambio de domicilio.
A la mañana siguiente me voy con uno de los huéspedes del hostel a la zona franca. Ha de pagarme la noche que acaba de pasar, no tengo un peso chileno. De la que pasamos por el primer cajero le devuelvo los 7.000 pesos que cuesta la noche.
En la zona franca debo decidir que hago de ahora en adelante, como quiero seguir el viaje. Me decanto por comprar un buen equipo de acampada. De aquí en adelante me hecho al campo.
Consigo hablar con Cristian, mi nuevo couch. En siete minutos pasa a recogerme.
Vive en una casa en la esquina de Colon con Sahuenza. Tiene alojado a Iosu. Un chico de Navarra que contacto con el por Hospitality Club, una pagina tipo al Couchsurfing.
Iosu lleva como un mes viajando por acá, pero antes estuvo unos meses por el sudeste asiático.
Hoy es el cumpleaños de Iosu y de noche hacemos una fiestecilla, con asado incluido, en casa de la madre de Cristian. Nos juntamos con unos amigos de Cristian. La fiesta se alarga hasta la hora de comprar el pan.



Después de dormir la resaca, nos vamos los tres de paseo. Acabamos tomando picadas y leche de plátano en el kiosko Roca. Un negocio mítico de de la ciudad.



Plaza Esmeralda, besando, más o menos, el pie del indio.


Con Cristian. ¡Gracias Iosu por las fotos!.

Decidido, mañana nos vamos para Puerto Natales Iosu y yo.
A eso de las 9:00, Cristian nos lleva a la salida de la ciudad, a la gasolinera. De alla, un militar nos lleva unos 10 km.
Cosa de dos horas lloviendo. Iosu esta a punto de abandonar cuando para Jaime. Es de Puerto Natales y ha venido a recoger un perrito que ha comprado.
Va para Puerto Natales y nos lleva. Allá tiene un cyber.

Puerto Natales

Viernes 8 de febrero. 
Hay que buscar alojamiento. Por el couchsurfing me ha contestado Couchsurfing House Family. En su casa siempre hay sitio para dormir. Hacia allá nos encaminamos.
Gloria y Oscar, viven con sus hijos Enzo y Alyson, y Jasper, un perro que por desgracia no dejan salir nunca a la calle, ni para hacer sus necesidades. No hace falta decir más que que toda la casa esta enmoquetada...
Son gente encantadora y  servicial, pero el hecho de que tengan una agencia de turismo en la que te "invitan" a comprar las excursiones, enturbia un poco el espíritu couchsurfing.
De noche llegan Eva, de La Rioja, y Antonia, de Alemania. Iosu y yo decidimos irnos el domingo para el Parque Nacional Torres del Paine con las chicas. Cuatro días de caminata para hacer el trekking de la W.

Sabado de "fiesta de prau". Festival costumbrista chilote de Puerto Natales. Hay que pagar veinte pesos para entrar al recinto, donde hay un pequeño escenario y todo al rededor puestos de comida.
Nos decantamos por milcao (masa de patatas crudas y cocidas rellena de carne), curanto (pollo, mejillones, almejas y algún ingrediente más, todo ello dentro de una redecilla y cocido). Unos alfajores y unas roquillas de postre. Todo regado con un par de botellas de vino chileno.
La sobremesa estuvo amenizada por música tradicional en directo.





¡Folixa chilena!.

Nos vamos para comprar la comida de los próximos cuatro días. El menú estará compuesto por barritas energéticas y latas de atún y sardinas, básicamente.

Parque Nacional de Torres del Paine

Domingo 10 de febrero.
A las 7:00 pasa puntual una furgoneta que nos llevara junto con nuestras pesadas mochilas, al autobús que hemos contratado con Gloria. Cuando es hora de partir, me doy cuenta de que he olvidado mi pasaje en la casa. Ni me lo piden al salir, y para la vuelta me dan un resguardo. En mi linea.
Ingresamos en el parque, y el bus nos acerca hasta el Lago Pehoe, donde un catamarán nos lleva hasta el Refugio Paine Grande, comienzo de esta aventura.
Once kilómetros de caminata para ir tonificando las piernas, y llegamos al Refugio Grey. Después de montar nuestras tiendas, y dejar las mochilas, continuamos algo menos de una hora, ansiosos por encontrarnos cara a cara con el Glaciar Grey. 


Buena parte de el camino, ha transcurrido entre los restos del incendio que arrasó hace un par de años parte del parque. Un descuido con la cocinilla de gas en una zona de camping no permitida, le quitan a nuestra aventura parte de la belleza que el lugar nos podría brindar.
Con una partida de cartas al "Jasper", versión painense del chupa dos, en la tienda de Iosu, damos por finalizada nuestra primera jornada.

Amanece lloviendo, y decidimos dormir media hora más. A las 6:30 nos ponemos en funcionamiento. Una hora después comenzamos a desandar lo caminado ayer, once kilómetros. El sendero conocido siempre parece menos.
Desde el Refugio Paine Grande caminamos, durante siete kilómetros y medio, hasta el Campamento Italiano. Bordeamos el lago Skottberg, y en cruzando el río Frances llegamos a nuestro próximo campamento.


Se supone cerrado, pero si llegas a el después de las 19:00, no te dejan salir, por lo que acampas allá. Pensando en hacer esto, dejamos nuestras mochilas y nos vamos a recorrer el valle Francés, a excepción de Antonia, que las rodillas le están dando guerra y prefiere descansar.
Son cinco kilómetros y medio te tortuosa subida hasta el Campamento Británico. Cuando llevamos cerca de una hora, en un bonito mirador desde el que se ve el Glaciar del Frances y los desprendimientos de nieve  del mismo que retumban como truenos, Iosu y Eva deciden no continuar.



No me paro en el Campo Británico y sigo hasta el mirador que se encuentra a dos kilómetros. Casi se necesitan las manos para ascenderlos, pero la vista es increíble. 



Vuelta al Campamento Italiano, otros cuatro kilómetros y medio. Los chicos ya han montado sus carpas, incluso alguna ya debe estar dormida. Monto la mía, un poco de cena, y a descansar.

A las seis nos ponemos en funcionamiento. Hoy nos espera un largo trecho.
Unos veintiún kilómetros hasta el Campamento Chileno, Bordeando todo el Lago Nordenskjold, en una caminata mucho más agradable, el fuego no ha calcinado esta zona.
Comemos y descansamos en el Chileno, incluso mis compañeros se dan una ducha. Una partidita a la escoba con un sherpa, que nos gana estrepitosamente. Un te calentito que nos brinda Antonia y a continuar.
Cinco kilómetros más y llegamos al Campamento Torres, lugar donde pasaremos nuestra última noche.
Iosu y yo nos animamos y subimos al Mirador de las Torres, unos cuatro kilómetros de camino que parece acabe a las puertas del cielo.
La tarde esta nublada, pero podemos ver las Torres casi al completo. Volvemos al campamento. A dormir que mañana a las 5:00 suena el despertador.

Último y esperado día. Me duermo un poco, pero salgo justo a tiempo cuando Eva viene a buscarme. 
Aun de noche y los frontales se ven danzando camino de la base de las Torres del Paine. Unos cuarenta y cinco minutos y a esperar, lo más cómodo que cada uno pueda, el momento mágico. Parece que las nubes nos dejaran ver el juego que el sol y la roca están por enseñarnos.



Vuelta al camping, armar la mochila y último tramo. Unos veinte kilómetros hasta la entrada del parque. Acelero el paso y tomo la delantera. Al llegar a la Hostería Las Torres, me confundo y calculo que ando unos ocho kilómetros de más, entre andar y desandar lo errado. Con todo soy el primero en llegar a administración del parque.
Esperamos unas horas y autos Gomez nos devuelve a Puerto Natales. Cena en casa de Gloria y final de mi estancia en estas tierras chilenas.









sábado, 23 de febrero de 2013

Ushuaia

Ushuaia

Roberto nos ha acercado al pueblo a mi y a dos de las chicas de Buenos Aires. Ellas van hacia el norte, yo sigo al sur.
Desayuno en La Nueva. Diez pesos un café de máquina en vaso de poliespán, menos mal que con un solo riñón se vive jaja. Consigo conectarme al WI-FI y veo que una chica me acoge en su casa en Ushuaia, se llama Paula
Paso poco tiempo haciendo dedo cuando me levanta una pareja. Tienen el coche atiborrado de cosas, pero me hacen hueco. Hacemos un par de paradas en el camino para que yo saque fotos.


Antigua ruta 3. Un autentico camino de cabras.


Mirador Paso Garibaldi.

Llegamos a Ushuaia. Me dejan en la avenida Maipú, que es la costanera. Llamo a Paula y la voy a ver a su trabajo. Labura en una de las varias casetas de venta de pasajes que hay en la costanera, en la empresa Tolkeyen. Venden paseos en barco por el estrecho de Beagle y de más viajes turísticos.
Son como las 14:00 y cree poder salir a las 17:00. Me voy paseando hasta los embarcaderos deportivos. En uno hablo con un chico madrileño que trabaja echando una mano a los barcos amarrados en el club náutico. Después me voy al otro lado de la bahía, al club de actividades subacuáticas y náuticas de Ushuaia. Me han dicho que esta fondeado acá el Pakea Bizkaia, un gran velero que hace proyectos relacionados con la educación y el medio ambiente. 
Debe ser una gran experiencia navegar a vela. Todo llegará.


Son las 17:00 para cuando sale Paula. Vive en un pequeño apartamento, donde pasamos la tarde hablando hasta que nos vamos a casa de Carla, donde también viene a cenar Nico. Medallones de pollo con ensalada de guisantes. La sobremesa se alarga hasta casi las 02:00.
Viernes uno de febrero, no se como lo hago pero cada vez que me quedo sin dinero me doy cuenta los viernes. Hablo con Julia que me envíe dinero y me voy al banco a recogerlo. Creo que más de una hora a la cola.
Con mis pesos argentinos en el bolso me pongo a andar hacia el glaciar Martial, esta a unos kilómetros de Ushuaia, un paseín, a no ser que te metas por el monte y acabes dando vueltas en una pista de esquí de fondo, pasando por turbales donde lo más fácil es que metas las piernas hasta la rodilla. El último trozo esta realmente empinado y es todo rocas sueltas, además está nevando.



Ushuaia desde la base del glaciar.


Paula ha quedado en casa de Nico y Andrés para cenar. Ambos trabajan en las fábricas de electrónica de la zona. Las empresas tienen incentivos fiscales en esta región.
La madre de Andrés, que cena con nosotros, ha venido a visitar a su hijo, pero resulta que ahora no se quiere ir, la tensión se siente en el ambiente.
Tras la cena preparada por Nico, nos vamos al Dublín, un pub donde llegan todos los viajeros. Se escucha más inglés que español. Y acabamos la noche en el Náutico mezclando champán con Speed, bebida tipo Red Bull. Mañana no me voy a encontrar bien jaja.

Estaba claro que hoy tocaba resaca. Me levanto tarde y no hago más en toda la tarde que tomar un café y escribir el blog en la cafetería del centro El Xpresso.
Contacto con Fabri y Estefanía que me invitan a cenar a su casa. Experimentamos con unas pizzas, somos primerizos en preparar la masa. Gracias que solo era agregar agua a la harina, que ya viene con todos los ingredientes, y amasar. El resultado no es del todo malo.
La ropa que llevo tiene verdadera falta de lavadora. Se apiadan de mi, Fabri me deja pantalón y camiseta y hago la colada en su casa.
Quedamos mañana temprano para ir al Parque Nacional de Tierra del Fuego.

Comenzamos la caminata desde el mismo pueblo, saliendo por el Sendero de los Presos. Por este camino transitaba el tren que llevaba y traía a los presos de la cárcel en el centro de Ushuaia a los campos de trabajo. Conectamos con la ruta 3 que nos llevará al parque, si conseguimos que alguien nos levante.
Para un hombre que resulta ser el jefe de gendarmería de Ushuaia con el que llegamos a la entrada del parque, donde, tras pasar la entrada y bajarnos del coche, seguimos andando creyendo por un momento que nos vamos a escaquear de pagar. Apenas avanzamos unos metros nos llaman, no ha colado. 85 pesazos contra los 25 y 10 de mis compañeros.
Al ratito nos vuelve a levantar el gendarme y nos lleva hasta uno de los puesto del interior del parque, desde donde caminamos una hora más o menos hasta la Bahía Lapataia, fin de la Ruta 3.


Vista de Bahía Lapataia.




Desde aquí regresamos por la senda costera. A mitad de camino paramos a comer en una playita. El viento, la lluvia y el frío nos acompaña.
La ruta no está exenta de peligros, por tres veces Estefanía se cae, que manera de reírnos. 






Llegamos a la Bahía Ensenada, donde esta la oficina de correos del fin del mundo. Un hombre barbudo es el cartero. En realidad es más un museo y negocio de souvenirs que otra cosa.



Nos levanta una pareja con sus tres hijos y, tras esperar que abran la ruta por un accidente, nos dejan en el pueblo. Cada mochuelo a su olivo.
He estado preguntando por un paseo en velero por el estrecho de Beagle. El Lunes por la mañana embarco. 300 pesos muy bien gastados.

A las 09:00 zarpamos. Soy el primero en llegar al puerto. Dentro del barco esta Daria, novia de Kelo, el capitán. Pasamos un rato hablando hasta que aparecen una pareja de franceses y, para mi sorpresa, la pareja de Buenos Aires con la que coincidí en el camping de Tolhuin. El último pasajero es un ruso que no habla ni papa de español. Para su suerte Daria es de alguna de las repúblicas exsoviéticas, no recuerdo de cual, por lo que habla ruso además de inglés, francés y alemán. 
El ruso ha llegado a Ushuaia pilotando un avión gigantesco, que vemos despegar desde el velero. Otro piloto se lo lleva, obvio.
La pareja de Buenos Aires trabajan ambos en algo de informática, no me queda muy claro, y tienen un pequeño velero, el Barullo. Estoy invitado a navegar si vuelvo a caer por Buenos Aires.
La navegación nos lleva por un par de islas donde hay gran variedad de aves y una colonia de lobos marinos. 
Llegamos hasta el faro de Eclaireurs desde donde nos volvemos con la mayor izada y en algunos trozos ayudados por el motor.
Una muy linda experiencia.






Capitán por un ratito.

Martes 29 de enero. He llegado al límite sur de mi viaje. Hasta el mismo fin de la ruta 3. De ahora en adelante enfilo al norte. Chile y la ruta 40 me esperan. 


El chico que me ha vendido el boleto del velero me saca del pueblo, donde una furgoneta de suicidas me lleva hasta Tolhuin. No me puedo explicar como hemos dado todas las curvas.


Un chico me lleva hasta Río Grande de donde me voy con un camionero. Un rato después, por la ruta chilena 257, uno de los ejes traseros se le bloquea y arrastramos las ruedas hasta que revienta una de ellas. Al momento pasa otro camión cargado de televisores led que me lleva hasta la barcaza que cruza el estrecho de Magallanes, donde me subo al coche de una pareja de jóvenes que aceptan llevarme hasta Punta Arenas. El tiene 22 años y se va para el nacimiento de su primer hijo, la madre tiene 18. La chica que viaja con el tiene 16. Les sorprende que me llame la atención que sean padres tan jóvenes.
Hasta la misma puerta del hostel Independencia. 

¡Gracias a todos los que me habéis llevado y todos los que me levantareis de la ruta!.



















domingo, 17 de febrero de 2013

En tierra de castores.

Río Gallegos


24 de Enero de 2013. Mañana se cumplen dos meses del comienzo de mi aventura por tierras sudamericanas.
Estoy en la terminal de autobuses de Río Gallegos. Durante el viaje me he intentado poner en contacto con Esteban, el chico de acá que conocí en Puerto Madryn y me llevó hasta Garayalde, pero no hay manera.
Con el WI-FI de la terminal wasapeo con Martu que se pone en contacto con Esteban, en un momento pasa a buscarme. Vamos a cenar a casa de su madre, Liliana, y Pedro, su pareja desde hace un montón de años. Pedro, o el Gringo como le llaman, tiene un lavadero de camiones. Todos los días a la hora de la comida, las doce en punto, se juntan a comer los trabajadores, los camioneros que en ese momento están allá y cualquiera que por allí pase. Me invita a comer mañana. Pasamos la cena hablando de los orígenes asturianos y burgaleses de Liliana y de mi viaje.
Duermo en el camping del Complejo del Sindicato de Trabajadores del Comercio que esta en la calle Asturias. Tengo que dormir con toda la ropa puesta, la tienda de campaña y el saco deben de ser modelo caribe jaja.
Desmonto la tienda y vuelvo a hacer la mochila, esta noche me voy  al Hospedaje El Cira, un poco más cerca del centro. Es muy básico, pero limpio. Dejo la mochila en mi habitación compartida y me voy a pasear por el centro.


He perdido, ya tardaba, el impreso que me dieron al solicitar mi CDI, así que voy a la oficina de AFYP a por un resguardo. Más que comprobado, aun hablando el mismo idioma nos cuesta entendernos. Me lleva un rato explicarle al hombre que he perdido el impreso, que si me puede dar algún tipo de resguardo o comprobante. Al final, creo que como haciéndome un favor, me da una hoja con mis datos y el numerito.
Me parece que las 12:30 es una hora prudente para presentarme en el lavadero, pero Pedro no recordó decirme que se come a las 12:00 llueve truene o venga el mismísimo Papa.
Ya han comido todos, incluso los perros que se están relamiendo con lo que sobró. Pedro se apiada de mi y me prepara un bifet expectacular. ¡Grande Pedro!.
Paso un rato hablando con la gente que está allá. Uno de los camioneros, Jorge, se va el domingo hacia una estancia antes de Rio Grande, ya en Tierra del Fuego. No tiene ningún problema en llevarme de copiloto.
A eso de las 18:00, pasa Esteban a buscarme por el hostal. Teníamos pensado ir a ver un partido de baloncesto del equipo del centro deportivo donde el y Leo, su hermano mayor, aprendieron a nadar e hicieron deporte desde chicos, pero hay una exibición de padel del número uno y dos del mundo contra el primero y el segundo de Argentina. 
El lugar es una caja de cerillas, entran muy pocas personas y apenas hay lugar para ver el partido. Unos choripanes y una cervezas nos abren el apetito, tras el partido vamos Charly, Esteban, El Mono, Fer y yo a cenar unas pizzas. Esto y unos fernets en el pub de moda Belfast, dan la noche por acabada.
Otra vez mochila hecha y cambio de residencia. Leo duerme en casa de un amigo que está de vacaciones, me cede su cuarto.
Nos vamos Esteban, Liliana, Chispas (apodo de uno de los amigos de Esteban), y yo a la Laguna Azul. Es un vocán extinguido en cuyo crater se ha creado uno laguna natural. Según vamos saliendo de Rio Gallegos se comienzan a ver en el horizonte las siluetas de volcanes.Un paisaje totalmente diferente a todo lo que conozco. 


Paisaje volcánico.



Con Liliana y Esteban.



Parece que la Tierra estuviera enfadada.



La ruta turística continua hacia Punta Loyola, donde esta el muelle Presidente Illia, de donde salen gran parte del petroleo, carbón y gas producido en la zona. Aun siendo un punto tan importante, la carretera es un autentico campo minado. Esta completamente destrozada por el paso de los camiones. Tanto es así que en uno de las maniobras para esquivar los socabones nos comemos uno, adiós a la rueda delantera derecha. 


¡¡De ahora en adelante a ochenta!!

En la playa de Punta Loyola esta el Marjory Glen, varado en la playa tras sufrir un incendio en 1911. Me pongo a escalar por el como un niño, me encanta.




Asado en casa del Turco, allí nos juntamos como quince personas. El asado riquísimo, y las tres botellas de vino mano a mano con Esteban, son el preludio de una larga noche.
Bien tarde nos vamos para el Belfast. Un par de fernets y nos ponemos en modo caza. Debemos disparar con arma de fogueo, no cae ni una presa jajaja.
Ya salio el sol, pero no nos mete en casa nadie. De vuelta a casa del Turco, algo debe de quedar para beber.
Las horas van pasando y yo quede con Pedro a las 11:00 para ir al lavadero, comer allá y salir con Jorge camino de Rio Grande. Uf, que día más largo me espera.
Para hacer tiempo antes de comer, me voy con uno de los hombres que para por el lavadero del Gringo, a ver la izada de la bandera que todos los domingos se hace con la presencia de las autoridades locales y los fiesteros de paso jaja.


De vuelta al lavadero, comemos y me voy a echar una siesta, Jorge se retrasa, menos mal jaja.
Al camión. 121 kilómetros hasta el Estrecho de Magallanes, donde me despido de Jorge y me voy con una familia que lleva conduciendo como dos días desde más arriba de Buenos Aires. Son el padre y su hijo e hija. Solo tiene carnet el padre, pero conduce el hijo cuando no hay gendarmería a la vista. Van hasta Ushuaia, yo me quedo en Río Grande. 

Río Grande

Me dejan a la puerta del Hostel Argentino hacia las 23:30. Están remodelándolo, y se supone cerrado, cosa que no sabía, pero otro golpe de suerte, el padre de Sebastián, el dueño, justo entra y me pregunta si voy para adentro. Están a punto de cenar y me invitan. Noelia es la esposa de Sebastián y esta embarazada, mañana le dicen que es. 
Paso un par de noches, sesenta pesos con desayuno y un par de comidas a las que me convidan. Más buena gente con la que me voy encontrando.
Sera niña.
Me voy a Tolhuin. Me dicen que haga dedo en la avenida que sale de la ciudad, a la altura de la escultura de la trucha. Tras un rato, para un minibús y me lleva hasta el cruce con la ruta. Voy hablando con el conductor y no me cobra el pasaje. ¡Genio!.



Apenas me bajo, veo un todoterreno que se acerca por la ruta. Como a quince metros levanto el dedo y para. No he pasado ni treinta segundos en la ruta.
Una pareja que va a pasar el fin de semana a Ushuaia. Él es dueño de una pequeña empresa de transportes. Ella perdió a un hermano en un accidente de trafico va hacer un año. Choco su camión contra un bus lleno de gendarmes y no se acaban de esclarecer las cosas. La gendarmería se encargo de la investigación, cuando por estar involucrada no debería. Creo que que son dos los hijos que dejo, y ni dinero del seguro, ni indemnización del trabajo ni paga de viudedad. Burocracia podrida.

Tolhuin

Cada pueblo tiene su plaza, su bar, un lugar donde suceden las cosas. Acá todo eso, más oficina de información turística, es la panadería La Nueva. Cualquier cosa que quieras saber del pueblo, allí te enteras.
Me tomo un cafe y un par de facturas (piezas de bollería variada), realmente caro. Pregunto por un camping. El Hain está a orillas del Lago Fagnano, a un par de kilometros.
Me pongo a hablar con una pareja, el es de Mendoza y ella rosarina, Fabricio y Estefanía. Se quedan en una cabaña de camino a mi camping, vamos juntos y quedamos en hacer una caminata. Buena onda.
A un paso de llegar al camping pasa la furgoneta del Hain, le pego una voz y me subo a la caja. Roberto es el dueño desde hace 21 años.
Me voy a dar un paseo por la orilla del lago. Echaba de menos los arboles. 
Roberto se ofrece a acercarme al supermercado. Un poco de pan y embutido. Comida de subsistencia.
El viento viene endemoniado desde el lago, muy fuerte y frío. Roberto tiene montadas casetas donde montar las tiendas resguardadas, menos mal. Con eso y todo le pido un par de mantas para poder pasar la noche.
Gracias a las mantas he podido despertar un día más jaja.



Mi campamento.

Después de la comida me llaman Fabri y Estefanía. Nos vamos a la Laguna Negra a tomar mate.
Su cámara a tenido un encontronazo con un vaso lleno de fernet. Causa el mismo efecto en la tecnología que en las personas, las fotos salen borrosas. Van sacando fotos con la mía, que increiblemente ni rompí ni perdí. Quedamos en que nos veremos en Ushuaia, donde vive Fabricio.
Nos sentamos en la prímera castorera que encontramos, hay dos o tres seguidas. 
Los castores son una plaga por aquí, realmente destrozan el bosque, pero son bien bonitos.
Estamos un buen rato sentados a la orilla hasta que de repente aparece un castor nadando directamente hacia nosotros. Se para a escasos centímetros de la orilla y nos mira curiosamente. Por un momento parece que va a salir del agua delante nuestra. Pasa un rato nadando cerca nuestra hasta que pierde el interés. En el rato que estamos allí, vemos un par de castores curiosos más.




Fabri y Estefanía se van, yo me quedo. Me muevo unos metros hasta la siguiente castorera. Para cuando me quiero dar cuenta, tres castores nadan delante mía. Paso un buen rato observándolos.








Eolo del Fagnano. Desde este edificio se lanzaban sondas a la estratosfera para estudios meteorológicos y de los vientos.



Atardecer en el Lago Fagnano.

Paso el resto de la tarde hablando con gente que está en el camping. Una pareja de Buenos Aires que están de vacaciones de camping en camping. Un chico de Barcelona que es fotógrafo. Se va a Isla Navarino a hacer un reportaje. En una ocasión estuvo a punto de vender un reportaje a National Geographic sobre una comunidad tipo amish creo que en Bolivia, los menonitas. Fue el primer no menonita en convivir con ellos.
También hay un grupo de chicos y chicas de Buenos Aires.
A dormir, mañana vuelvo a la carretera para llegar a uno de los fines del mundo, Ushuaia.